martes, 12 de marzo de 2013



Tengo el privilegio de rodearme de muchos familiares, amigos y conocidos docentes de profesión; muchos de ellos, la mayoría, desempeñan su labor en la escuela pública.

Son todos ellos, me consta, docentes por vocación que instruyen, cuidan y muchas veces hasta educan a nuestros vástagos, cumpliendo con deberes y obligaciones que las más de las veces deberían de ser parte de la educación paterna. ¿Quién debe enseñarles a no mentir, no robar, a respetar al prójimo aun no compartiendo sus ideas? ¿Quién debe mostrarles el valor del esfuerzo y la satisfacción de la recompensa por un trabajo bien hecho? Esa es una labor esencial, es la tierra sobre la que caerá la semilla que hará germinar la instrucción de nuestros hijos y así, el día de mañana serán individuos pensantes, con sus propias ideas, con sus fallos y sus aciertos.

No estoy de acuerdo, en absoluto, con la imagen denostada que nos venden del profesor. Los acusamos, injustamente, de tener largas temporadas vacacionales, un sueldo excesivo y, por qué no decirlo, de no trabajar. El docente hace su trabajo, sigue las directrices que le marca la ley de turno, incluso rellena los interminables documentos burocráticos que le requieren sin olvidarse de dar su clase no siempre en las mejores condiciones (grupos muy heterogéneos, aulas masificadas, alumnos desmotivados,…) y les pedimos más. ¿A quién culpar de que el sistema educativo no funcione? Lo fácil es atacar al docente pero nos olvidamos de lo principal, a saber, la semilla nunca podrá crecer si no se planta en tierra fértil.

2 comentarios:

  1. Hola Mariano, he llegado a tu blog por no sé bien qué camino, y lo que he leído de él, me ha agradado mucho. Soy docente, mi vocación hacia la enseñanza es una de las prioridades de mi vida, me ha dado muchas, muchas alegrías, pero también tengo que decirlo, muchas lágrimas, cuándo he visto como un chaval se hundía en el abismo, y no podía hacer nada por él.
    Y es cierto que muchas veces nuestro trabajo se pierde en un desierto, de críticas y faltas de respeto. Pero quien de verdad quiere sembrar la semilla del conocimiento y desterrar el abismo de la ignorancia, sabe que esto, por desgracia ocurre desde hace unos años. Y no por eso deja de trabajar con la misma ilusión, porque también sabe que siempre hay quienes despliegan sus alas y se preparan para tener un futuro de esperanzas y esto es lo que te da fuerzas para continuar con ilusión en la docencia.

    Me encanta esta frase que has dicho..." Lo fácil es atacar al docente pero nos olvidamos de lo principal, a saber, la semilla nunca podrá crecer si no se planta en tierra fértil"

    ¡Y esta tierra fértil, debe ser preparada desde el hogar, y la sociedad en la que viven!

    Un saludo y feliz fin de semana.

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  2. Muchas gracias Ángeles por tu comentario. Tengo que reconocer que admiro vuestra labor. No solo sois transmisores de conocimiento, también formáis personas y os involucráis más de lo que la gente se piensa.
    Toda mi admiración y mi apoyo.
    Un saludo.

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