El tren de cercanías aminoró su velocidad cuando se
acercaba al andén de la estación de Salamanca. Ángel miró su reloj, las cinco y
veinte. Se levantó con una inusitada agilidad, a pesar de los ochenta y cuatro
años que cargaban sus esbeltas piernas.
Una vez más visitaba la hermosa ciudad castellana
para cumplir con una promesa convertida en tradición. Un corredor que cae; un
grupo que se detiene a ayudarlo perdiendo sus posibilidades de victoria; una
amistad que se forja; una promesa de volver a encontrarse, año tras año, en la
San Silvestre Salmantina.
Ángel nunca había faltado a la cita. Sin embargo,
esta vez era diferente. Bajó del tren y exhaló un profundo suspiro. Miró al
cielo y sonrió. Al día siguiente él
cruzaría solo la meta mientras sus compañeros de antaño lo aplaudían desde la
tribuna preferente.
Este relato es mi apuesta para participar en el I Concurso de Microrrelatos "San Silvestre Salmantina". El relato debe tener una extensión máxima de 150 palabras. Los microrrelatos presentados al concurso pueden leerse en este enlace. Yo tengo el número #152.
Este año no habría nadie que lo recogiera si caía. No podía fallar.
ResponderEliminarSaludos Mariano.