LA DECISIÓN DE MARTÍN
Martín había reunido a su familia en el salón de la
casa donde había crecido mirando el mar desde un amplio ventanal. Allí estaban
sus padres y sus dos hermanas, mirándolo con incertidumbre y, sentado en el
ajado sillón de cuero tras unas viejas gafas de plástico lo miraba su abuelo,
aquel por quien se había llamado Martín.
Su madre revolvía entre sus manos el delantal que
llevaba puesto, nerviosa, esperando que confirmara su ingreso en la facultad de
Medicina de Santiago. El champán llevaba tiempo esperando en la nevera.
Martín los miró a todos, uno por uno, hasta
detenerse en su abuelo, el único que no lo miraba a los ojos. No les hizo
esperar más, no alargaría la espera.
-Me han admitido en Medicina, pero he renunciado.
Voy a arreglar el barco del abuelo y seré pescador. La mar me lleva llamando
desde que tengo uso de razón desde este ventanal viendo el barco de mi abuelo y
luego de mi padre llegar cada atardecer.
Una sonrisa se dibujó en el rostro de su abuelo, que
levantó la cara para mirarlo a los ojos, mientras los demás bajaban la mirada,
desdibujándose las sonrisas de sus caras.