Vuelve a
mirar el reloj que preside el escritorio en el que lleva estancado casi un año.
Las agujas corren más deprisa que nunca; ya se había dado cuenta de que cada
día que ha ido pasando de este último año, han ido corriendo más y más. El
tiempo se agota como un reloj de arena al que solo le queda un último grano por
caer.
Vuelve a mirar el folio en blanco. Está
atascado; se siente atrapado. Tiene que entregar la novela en el plazo acordado
con su editor, “no te preocupes, en menos de un año tienes tu novela en la
editorial, otro éxito, te lo aseguro”, le había dicho entre risas mientras
firmaban el contrato que ahora lo ahogaba como la soga al ahorcado. Un año.
Pero él no contaba con que el tiempo pasara tan rápido.
Vuelve a mirar la novela que tiene sobre su
mesa. Un escritor joven se la entregó en aquella feria del libro para que le
diera su opinión de consagrado escritor. Es buena, muy buena.
Vuelve a debatirse entre su conciencia y su
angustia. Preferiría no hacerlo.
Vuelve a descolgar el teléfono. “Ya está
terminada”, informa a su editor.
Este relato ha sido presentado al III Certamen de relato corto... para mesilla de noche. En esta ocasión el tema del mes de Julio es PREFERIRÍA NO HACERLO. El relato no debe contener más de 200 palabras.
Esto es una versión más retorcida del negro, pero sin dudas una tentación que seguramente forma parte de la vida.
ResponderEliminarSaludos
Es una versión cruel y retorcida. El afamado escritor se alimenta de la ingenuidad de su seguidor.
ResponderEliminarUn saludo.